Dicen, que van a liberar a mil libros, en mi pueblo
Cierto, el alguacil es un bruto,
pero no se atrevería
a tener encarcelada,
en ninguna librería,
los libros que no se leen,
los libros que ni se miran,
los relatos de terror,
ni el teatro y la poesía.
Entonces, ¿qué está pasando?
¿qué es esta tontería?
¡Ah!, que sólo es un juego
para ver cómo sería,
si en los bares y cafés
hubiese una estantería
atiborrada de libros,
de cuentos, relatos, poesía;
y que cualquiera tomara
aquél que más le placía,
y además que lo leyera
¡Qué bonito que sería!
Pero eso, sólo era un juego.
Parece que no sería
nada cabal, pues los libros
son para una minoría
que los mima y que los cuida,
que los lee, los limpia, los mima…
y luego los vuelve a poner
en la misma estantería.
Pero, si nos sirve, vale
para ver cómo sería
que las personas leyesen,
libros de pesca, de filosofía,
de mecánica y motor
de urbanidad y poesía…
Vayamos al bar de copas
como a una librería,
como a una biblioteca
y tomemos una sidra
y leamos a Machado,
a Reverte, a Marías
y cambiemos viejos libros
con otras caras amigas,
o con gentes que no vemos,
y que aman la poesía;
que disfrutemos leyendo
entre rosas, peonías,
frente a la calle Santiago,
en la plaza Tenerías,
sentado en una terraza
junto a la Casa Mantilla
en el parque de la Paz,
en la calle de la lira,
o en la calle Abejaruco
tomando cerveza fría;
que lo importante es leer,
ser feliz en esta vida,
llenarnos el corazón
con las palabras escritas,
y que, a pesar de ser ajenas,
yo las tome como mías.